por Vale Levin
Podríamos decir que el 5780 no fue tal como lo esperábamos. Podríamos enumerar infinitas desgracias, acontecimientos globales que aquejaron a la humanidad, situaciones mundiales que empobrecieron pueblos, quebraron economías, ampliaron brechas, acentuaron desigualdades. De hecho, nos quedaríamos sin aire de mencionar tantas injusticias. Pero lo cierto es que seguro sucedieron cosas buenas. ¿Cuántos proyectos se habrán concretado? ¿Cuántas metas se habrán alcanzado? Ahora bien, ¿cómo podemos hacer para dejar atrás lo malo y agradecer por lo bueno, pedir más de ellos? Este año quizás la ceremonia de Tashlij adquiere un significado especial. Quizás ahora, más que nunca necesitamos dejar atrás lo malo y pedir, proyectar, por lo bueno.
La bella tradición de Tashlij indica que la tarde siguiente a la primera estrella de Rosh Hashaná, debemos acercarnos al agua, preferentemente con presencia de peces, y decir una serie de frases que nos harán desechar los malos actos cometidos. Existen cuadros que muestran grupos de personas acercándose a orillas de ríos para arrojar pedacitos de pan. Ambientalistas de seguro deben tener una alternativa a la proximidad con la naturaleza de forma invasiva pero hablaremos del medio ambiente en próximos artículos. Lo curioso es que en el sistema educativo, estudiantes y educandos están acostumbrados a someterse a métodos de evaluación y existen diversas escalas para cuantificar resultados. Ahora bien, cómo analizamos hechos cometidos en una escala numérica. Podríamos decir que no existe tal forma pero sí es posible utilizar el Tashlij para hacer autoevaluaciones, reflexiones propias, de introspección y pensar a futuro qué actitudes queremos cambiar y cuáles queremos quizás reforzar. Encontraremos este año muchos estudiantes enojados con quizás su frustrado último año de ciclo escolar. Otros preocupados por la nula interacción y socialización. Pero podemos quizás aprovechar Tashlij para hacer afirmaciones de vínculos que queremos reforzar, relaciones que queremos entablar, objetivos que nos queremos plantear, metas que queremos alcanzar.
Este año que pasó presenciamos catástrofes naturales, violencia en las calles, regímenes que lastimaban a sus pueblos en vez de protegerlos, corrupción, abuso de poder, personas que dejaron este mundo cuando todavía tenían mucho para dar o nosotros teníamos mucho más para aprender de ellos. No todo es el ciclo de la vida, a veces es el ciclo de no inexplicable. Pero lo cierto es que siempre podemos hacer desde nuestro lugar. Nadie nace preparado para estas injusticias, pero todos podemos aprender de estos acontecimientos. Aunque el Tashlij no está mencionado en el Talmud, se cree que su referencia más temprana esté en el libro del profeta Nehemías (8:1), que dice: “Se reunió todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que estaba delante de la puerta de las aguas”. Se sabe que esta reunión ocurrió durante Rosh Hashaná. Detrás de esta costumbre subyacen distintas ideas. Una de las razones por las cuales la ceremonia se realiza junto al agua es porque se remonta al viaje de Abraham para sacrificar a su hijo, Itzjak, que sucedió durante Rosh Hashaná. De camino al lugar indicado, Satán intentó varias veces socavar el progreso de Abraham. Uno de sus trucos fue materializar un río y bloquearle el camino. Sin alterarse, Abraham siguió camino y se metió en el río seguido por su séquito. Cuando llegó a la mitad del río y el agua alcanzó su cuello, Abraham le rezó a D’s y el río se secó. Otra razón para decir el Tashlij al lado de un río es que Rosh Hashaná es el día en que coronamos a D’s como Rey del Universo. A los reyes judíos se los corona junto a ríos, por lo que es apropiado coronar también a D’s como nuestro Rey al lado de un río, o pedirle, o dejar ir nuestros errores al lado de un río. Es cierto también que acercarse al agua infunde cierto temor y la realización de la omnipotencia de D’s nos inspira arrepentimiento. El misticismo judío enseña que el agua corresponde al atributo de la bondad. En Rosh Hashaná, imploramos a D’s que nos trate con benevolencia durante el nuevo año. El agua con peces es ideal, porque los peces no son objeto del “mal de ojo” y porque engendran muchas crías. No tienen pestañas, por lo que sus ojos siempre están abiertos. Esto se asemeja a la supervisión constante de D’s y rezamos para que él nos tenga compasión y se preocupe por nosotros. Además, así como los peces pueden quedar atrapados en la red del pescador, también nosotros estamos atrapados en la red del juicio. Esta idea ayuda a que nos abramos al arrepentimiento.
Si bien hay diferentes versiones y versos de la ceremonia del tashlij, según cada comunidad, lo que es común a todas son los versos del libro de Mija (7:18-19): “¿Quién es un D’s como tú…?”. Estas palabras corresponden a los trece atributos de misericordia que buscamos al ser juzgados en Rosh Hashaná; la alusión a estos trece atributos es siempre beneficiosa. El objetivo del Tashlij es lanzar nuestros pecados y cuando agitamos nuestras ropas luego del rezo de Tashlij, es un acto tangible para alcanzar el objetivo espiritual de sacudirse los pecados del alma. No es necesario aclarar que los actos físicos junto al agua con peces del tashlij no son lo que nos garantizan la expiación y el perdón. Pero si prestamos atención al simbolismo y ponemos en práctica el deseo sincero de sanar nuestra relación con D’s y con los demás, tal como lo demuestra físicamente el Tashlij, entonces esto constituye una parte crucial en el proceso de arrepentimiento. Como toda práctica dentro del judaísmo, esta actividad que implica una acción explícita, un accionar y un tirar para afuera, simboliza una mirar hacia adentro, una introspección y un pensamiento profundo. Es cierto que la tradición nos hace esperar el ruido del shofar para sentir ese nuevo comienzo, pero ¿por qué no generar nuestro shofar interno? ¿por qué no conectarnos con Tashlij este año y dejar ir nuestros errores para abrazar nuevos comienzos? En algunos rubros se habla de oportun-crisis señalando que cada crisis presenta a su vez una oportunidad. Este año que pasó no podría haber sido peor a nivel mundial, pero lo bueno es que tenemos esta pausa para pensar cómo hacer del año que viene, uno mejor para el mundo. Saber que en un mundo de miles de millones de habitantes estamos casi todos sufriendo el mismo malestar, nos une como pueblo. Saber que podemos ir y pedir, por mí, por vos, por nosotros y por ellos nos hace entender que siempre se puede pensar en un futuro diferente. Podemos tirar al agua y tomar las riendas. Barajar y tirar las cartas de nuevo nos permite desafiarnos educativamente e introspectivamente de otra manera. No es este mundo el mismo que hace un año, no somos nosotros los mismos. Las tradiciones quizás lo son, pero esta vez algo milenario puede tomar un significado contemporáneo. Sólo tenemos que acercanos y pensarlo.
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