por Vale Levin
El año 2020 será recordado como aquel en el que el mundo se paralizó, la economía se modificó y la gente se encerró. El distanciamiento social parece atravesar a la sociedad en su totalidad y todos hemos intentado buscar recursos para sentirnos menos aislados socialmente y más aferrados no sólo a nuestra gente sino también a nuestras creencias. Hemos recibido clases por plataformas virtuales; hemos dado clases por plataformas virtuales; hemos tenido Pesaj virtual, Kabalat virtual, Havdala virtual, todo todo todo nuestro ser se volvió virtual. Y lejos de quejarnos, nos hemos sobreadaptado. Nos dimos cuenta que podemos conservar nuestras tradiciones a pesar de no estar en comunidad físicamente. Nos comprobamos a nosotros mismos que cuando se quiere, se puede. Pero hay casos que nos pueden llamar la atención sorprendentemente y son aquellos de personas que cotidianamente alejadas de las tradiciones y los rituales judíos, han buscado en este contexto de encierro, aferrarse a las creencias ya sea recurriendo a consultas a un rabino, líder espiritual comunitario, Kabalat vía internet o diversas charlas de judaísmo mediante la pantalla que se generan estos días. Podríamos decir entonces que muchas personas, en situaciones extremas no sólo buscan aferrarse a algo en qué creer sino además, el encierro exterior parece dejar traslucir un encierro interior que queremos liberar o, aunque sea, transitar.
Muchas cuestiones se ponen en juego cuando nuestra rutina y vida cotidiana entran en jaque. Si bien no podemos continuar con nuestras vidas normalmente y tratamos de adaptarnos, por momentos podemos tener todo totalmente bajo control mientras que por instantes breves o prolongados, nos sentimos hundidos en un vaso de agua, vemos la situación de manera muy gris y nos encontramos bajo lo que podría ser: un cuadro de ansiedad. Por más que este estadío parezca ser algo de este siglo, podemos ir a la Torá y encontrar como hace siglos en dicho texto se logró describir la incertidumbre en términos básicos. Leemos al comienzo de Génesis:
“En el principio. . . la tierra estaba desordenada y vacía. . .
y la oscuridad estaba sobre la faz del abismo. . . Y D’s dijo: “Hágase la luz, y hubo luz. D’s vio que la luz era buena, por lo que D’s separó la luz de la oscuridad. . . Y fue la tarde y la mañana, un día.”
Vemos entonces que la oscuridad precedió a la luz y que para esta última existir, tuvo que ser creada. Sin necesidad no había ni creación, ni cambio. De hecho, la luz en su comienzo, estaba mezclada con la oscuridad y para la misma funcionar, tuvo que ser separada, desprendida de la misma. Líneas debajo leemos que D’s “llamó a la luz, día” Es decir que la misma palabra que se usa para “luz” se usa para “día” y si bien un día está compuesto por la oscuridad de la noche y la luz del día, D’s eligió preponderar el significado luminoso del paso de las horas. También podemos entender que a cada momento de oscuridad, le sigue el momento de iluminación. Por supuesto sería hermoso pensar que toda nuestra vida debería ser de luz y alegría, pero desde la Torá aprendemos que necesitamos de la oscuridad para tener la luz y aún de los momentos de oscuridad podemos aprender. Sortear la oscuridad nos ayuda a entender que hay obstáculos que sortear, dificultades que enfrentar y al pasar esos tramos, la alegría de un nuevo y una nueva oportunidad nos espera.
Atravesando situaciones críticas en la vida podemos entender que aferrarnos a lo sano, nos puede ayudar. Pero aquella salvación sólo vendrá si nos conectamos sinceramente con nuestras emociones, si podemos reconocer lo que nos pasa, lo que queremos cambiar y vincularnos con una fuente de refugio de manera sana. Conectarnos con las emociones nos permitirá incluso conocernos mejor a nosotros mismos y vincularnos mejor con otros. En la Torá vemos que cuando Moshé está cercano al fin de su vida, se encuentra triste porque se da cuenta que no verá el ingreso a la tierra prometida. Vemos en dicha enseñanza como el hombre que tanto hizo por el pueblo judío, que tanto logró, que habló cara a cara con D’s no puede evitar sentir tristeza. Nos enseña la Torá que incluso el hombre exitoso que Moshé podría representar, no puede evitar transitar la tristeza. En tiempos de búsqueda constante de tramitación de la ansiedad y la tristeza, es importante también recordar y refugiarse en los momentos de luz vividos y lo que están por venir. Moshé encontró esperanza cuando se dio cuenta que si bien él no entraría a la tierra prometida, su pueblo sí lo haría. Aún cuando transitamos momentos de tristeza debemos ver que hemos sembrado y seguiremos sembrando instancias esperanzadoras. En ese mejor futuro por venir debemos refugiarnos y recordar que el sol saldrá una y muchas veces más.
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