por Vale Levin
Pensando en Purim y el abordaje con nuestros estudiantes, solemos tener dificultades para poder ir más allá del festejo con los disfraces. De hecho, en países donde se festeja el Carnaval, podemos darnos el lujo de aprovechar el entusiasmo de dicha celebración para vincularlo con una festividad que tiene que ver con nuestra identidad judía teniendo en cuenta que caen cercanas en ambos calendarios. Pero, ¿cómo salimos de la mera tradición del disfraz? ¿Qué sucede cuando nos quedamos sólo en el entretenimiento? ¿De qué nos perdemos o a quiénes perdemos cuando olvidamos la esencia de Purim? Cuando eso ocurre, nos perdemos las verdaderas enseñanzas de dicho jag, los mensajes que subyacen detrás de dichas enseñanzas. Intentaremos entonces desglosar todo lo enriquecedor que nos presenta esta festividad para dejar mensajes significativos en nuestros alumnos de manera que la celebración esté fielmente representada pudiendo al mismo tiempo generar nuevos aprendizajes y diferentes reflexiones al respecto. Purim nos invita de alguna manera a elaborar respeto hacia el diferente, a pensar en torno a la intolerancia y cómo el odio hacia el judaísmo fue el motor de cambio para erradicar las injusticias.
Sabemos de Purim que la lectura de Meguilat Ester incluye muchas mitzvot y enseñanzas debido a que son casi seis mil años de historia judía. También a veces nos vemos en la dicotomía de ocultar información porque creemos que ciertos datos no son adecuados para los ámbitos de estudio. Dice la meguila que hay que festejar con banquetes y emborracharse en Purim pero solemos omitir esta parte ya que la consideramos anti-pedagógica. Pero lo cierto es que en Purim es mitzva embeberse de la esencia del jag, empaparse de sus ideas y no poder distinguir hace alusión a un estado de confusión producto de la duda y el cuestionamiento que van desde la fe hasta la acción. De la mano de este pensamiento los banquetes y las alegrías deben hacerse extensivos también a los más necesitados ya que las dádivas son parte de las mitzvot de este jag. La alegría no puede ser compartida si hay otros en peores situaciones, y si bien yo no puedo cambiar por completo su realidad, puedo colaborar para que algo sí se modifique. Mordejai no pensaba en aprovechar el poder para favorecer a nadie en particular sino por el contrario, pensaba en la multitud de sus hermanos, en el pueblo como un todo, tal es así que era “querido por la mayoría de sus hermanos pues buscaba el bienestar de su pueblo y hablaba paz a toda su simiente”. Entre persecuciones, traiciones y lealtades esta entretenida historia nos presenta idas y vueltas que se sienten reflejadas en el versículo “Mi iagon le simja, mi hevel le iom tov.” De la tragedia al júbilo, cada Purim nos desafía a revelar otro aspecto de la alegría, a revelar lo oculto. Este texto nos enseña no a ignorar la oscuridad sino a poner luz en nuestros actos. Es curioso como esta meguila clave para el judaísmo no menciona ni una vez a D’s. D’s no aparece ni siquiera una sola vez pero no es una omisión accidental, aprendemos a partir de dar luz a la oscuridad, que intencionalmente D’s no aparece de manera explícita porque hay que aprender a encontrarlo, hay que descubrirlo. Si bien no es mencionado textualmente, Ester y Mordejai movilizan sus actos motivados por la fe y la confianza en la ayuda de D’s para salvar la comunidad judía en Persia. Si bien es esta una historia repleta de vaivenes, subyace detrás de la misma un profundo mensaje acerca del lugar de D’s en nuestras vidas como pueblo y como seres humanos individuales. Meguilat Ester nos cuenta acerca de la ostentación, la venganza, la angustia pero nunca permite que desaparezca la alegría. En el judaísmo pasamos muchas veces por nuestro calendario y los trágicos eventos que pueden ocurrir en nuestras comunidades locales, por sentimientos encontrados: un día recordamos a las víctimas de un atentado y otro día celebramos Purim; un día recordamos con tristeza víctimas de la Shoá y otro día celebramos Iom Haatzmaut. Pero nunca dejamos de preguntarnos acerca del rol de D’s o la figura que el/la mismo/a toma cuando algo inexplicable sucede mientras que luego podemos seguir valorando los momentos de júbilo. Pero qué podemos responder ante cuestionamientos sobre la existencia de D’s si quizás nosotros mismos no hemos elaborado una opinión acabada al respecto o queremos favorecer dicha inquietud para poder seguir en la búsqueda de esa luz que iluminará la oscuridad de la que hablábamos anteriormente.
A veces pensar en las figuras emblemáticas y ponerle nombre o entidad a los relatos ayuda a generar identificación o reflexión al respecto. La figura de Ester nos invita a descubrir el maravilloso potencial que habita en cada judío, nos permite ver que cada figura transita su identidad de manera diferente. En Purim celebramos la diversidad en la identidad judía. Vemos en Meguilat Ester luchas individuales que suscitan cambios sociales. Vemos que el pueblo judío que en un momento quedó librado a la asimilación sociocultural, se ve luego en un momento de contradicción que le permite llegar más tarde a una búsqueda que le permite llegar a un estado de elevación espiritual por sí y para sí. Fue Abraham quien inicialmente en una confianza ciega en D’s se atreve a cuestionar su propio mundo y promulga un nuevo entendimiento al mundo entero. De hecho la Torá lo describe como Abraham haivrí = “el que se para del otro lado”. Todo el mundo estaba de un lado mientras que Abraham estaba precisamente del otro. Podemos entender entonces tanto en Ester como en Abraham, que en el judaísmo está bien cuestionar, está bien revelarse y rebelarse ya que estar del otro lado puede generar los grandes cambios sociales. Entendemos entonces que es menester del judaísmo integrar e incluir para poder profundizar.
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